
En patología, la erosión se refiere a la pérdida superficial de tejido epitelial, específicamente el epitelio que cubre las superficies o recubre las cavidades de los órganos. A diferencia de úlceras, las erosiones no se extienden a la submucosa ni a los tejidos subcutáneos subyacentes; se limitan únicamente a la pérdida de la capa epitelial. Esta distinción es crucial para comprender la gravedad y las posibles implicaciones del lesión.
Las erosiones pueden ocurrir en cualquier superficie cubierta por epitelio, incluida la piel, el tracto gastrointestinal y las membranas mucosas.
Las causas comunes incluyen:
La importancia clínica de las erosiones varía según su ubicación, tamaño y causa subyacente. En el tracto gastrointestinal, por ejemplo, las erosiones pueden contribuir a síntomas como sangrado o dolor. En la piel, las erosiones pueden provocar molestias y un mayor riesgo de infección. En las membranas mucosas, como las que recubren la boca o la zona genital, las erosiones pueden ser dolorosas e interferir con las actividades diarias.
Las erosiones tienden a sanar más fácilmente que úlceras porque no involucran las capas más profundas de tejido. La curación generalmente ocurre a través de la reepitelización, donde nuevos células epiteliales crecer sobre el defecto. La curación completa generalmente deja cicatrices mínimas o nulas, dado que el daño fue superficial. Sin embargo, el proceso de curación y la posibilidad de recurrencia pueden verse influenciados por la causa subyacente de la erosión y la salud general del tejido epitelial.
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