La glomeruloesclerosis es una afección que se caracteriza por la cicatrización o endurecimiento (esclerosis) de los diminutos filtros renales, conocidos como glomérulos. Normalmente, estas estructuras ayudan a filtrar los desechos y el exceso de líquido de la sangre. Cuando los glomérulos se cicatrizan, no pueden realizar su función eficazmente, lo que puede eventualmente provocar un deterioro de la función renal o insuficiencia renal.
La glomeruloesclerosis se observa comúnmente en afecciones médicas como:
Varios factores pueden provocar glomeruloesclerosis. La hipertensión arterial crónica y la diabetes son las causas más comunes. Otros factores incluyen la obesidad, las infecciones, las enfermedades autoinmunes y la predisposición genética. La exposición prolongada a estas enfermedades daña los vasos sanguíneos y las unidades de filtración renales, lo que provoca la cicatrización de los glomérulos.
Al inicio de la enfermedad, la glomeruloesclerosis puede causar pocos o ningún síntoma perceptible. Sin embargo, a medida que la función renal disminuye, pueden aparecer síntomas como:
Al microscopio, la glomeruloesclerosis se manifiesta como cicatrización o engrosamiento del tejido glomerular. Los patólogos observan un aumento de tejido fibroso dentro de los glomérulos, que reemplaza el tejido renal funcional normal. En algunos casos, la esclerosis es focal (afecta solo a algunos glomérulos) y segmentaria (afecta partes de cada glomérulo), como se observa en la glomeruloesclerosis focal y segmentaria (GEFS). En otros casos, la esclerosis puede afectar a muchos o a todos los glomérulos, lo que provoca daño renal generalizado.
Lamentablemente, la glomeruloesclerosis no suele ser reversible una vez que se ha producido una cicatrización significativa. Sin embargo, si se diagnostica a tiempo, los tratamientos pueden ralentizar o detener la progresión de la enfermedad y ayudar a preservar la función renal.
La glomeruloesclerosis se refiere específicamente a la cicatrización y endurecimiento de los glomérulos como resultado de un daño crónico. La glomeruloescleritis, en cambio, implica inflamación («-itis») de los glomérulos acompañada de esclerosis. La presencia de inflamación activa distingue la glomeruloescleritis de la glomeruloesclerosis, que generalmente implica cicatrización crónica no inflamatoria.
El pronóstico de una persona con glomeruloesclerosis depende de la causa subyacente, la precocidad del diagnóstico y la respuesta al tratamiento. La detección y el tratamiento tempranos de afecciones subyacentes, como la diabetes y la hipertensión, son cruciales. Si bien las cicatrices significativas son irreversibles, los tratamientos dirigidos a controlar estas afecciones y proteger la función renal pueden mejorar considerablemente los resultados y retrasar la progresión de la enfermedad.