En patología, el término «grado» describe la apariencia y el comportamiento de las células en una muestra de tejido, generalmente en el contexto de tumores cancerosos y afecciones precancerosas, así como en algunas afecciones no cancerosas. El grado es importante porque proporciona indicios sobre la posibilidad de progresión de la enfermedad y orienta las decisiones de tratamiento.
En el contexto del cáncer, el grado se refiere a la evaluación de cuánto se asemejan las células tumorales a las células normales de las que se originaron. Esta evaluación, realizada al microscopio por un patólogo, considera el nivel de diferenciación de las células cancerosas: el grado en que estas células anormales conservan las características de su tejido original.
El grado de un cáncer desempeña un papel vital a la hora de determinar la agresividad de la enfermedad e influye tanto en el pronóstico como en las estrategias de tratamiento.

Displasia Es el desarrollo o crecimiento anormal de células dentro de los tejidos y a menudo se considera un precursor del cáncer. Los patólogos clasifican la displasia evaluando la extensión de las anomalías celulares y la alteración estructural, lo que ayuda a predecir el riesgo de progresión al cáncer.
La clasificación de la displasia es particularmente importante en afecciones como la neoplasia intraepitelial cervical (NIC), donde guía el enfoque de seguimiento y tratamiento para prevenir el desarrollo del cáncer de cuello uterino.
En algunas afecciones no cancerosas, la gradación puede utilizarse para describir la gravedad o la extensión de una anomalía tisular. Por ejemplo, la gradación puede aplicarse a afecciones inflamatorias, donde puede reflejar el grado de daño o inflamación tisular. Aunque no se utiliza universalmente de la misma manera que en el cáncer o las afecciones precancerosas, comprender la gradación en estos contextos puede ayudar a evaluar la gravedad de la enfermedad y a planificar el tratamiento.