las células T son un tipo de leucocito que desempeñan un papel fundamental en el sistema inmunitario. Forman parte de la respuesta inmunitaria adaptativa, lo que les permite reconocer infecciones específicas y células anormales. Los linfocitos T ayudan a proteger el organismo atacando directamente a los invasores dañinos, coordinando otras células inmunitarias y recordando infecciones pasadas.
Las células T se denominan células “T” porque maduran en un órgano llamado timo, ubicado en el pecho detrás del esternón.
Las células T realizan muchas funciones inmunes importantes.
Los principales tipos de células T incluyen:
Células T auxiliares (células T CD4+): Estas células actúan como coordinadoras. Liberan señales que activan las células B, otras células T y células del sistema inmunitario, como los macrófagos. Esto ayuda al sistema inmunitario a generar una respuesta fuerte y eficaz.
Células T citotóxicas (células T CD8+): Se trata de células “asesinas” que atacan y destruyen directamente las células infectadas por virus, células cancerosas o células dañadas de otras formas.
Células T reguladoras: Estas células ayudan a mantener el sistema inmunológico en equilibrio evitando que reaccione exageradamente y ataque el tejido normal y sano.
En conjunto, los linfocitos T protegen al organismo contra infecciones y desempeñan un papel importante en la prevención del cáncer. También contribuyen a la memoria inmunitaria, lo que permite al organismo responder rápidamente si la misma infección reaparece.
Las células T se encuentran en todo el sistema inmunitario. Circulan por el torrente sanguíneo y se desplazan hacia los tejidos donde hay infecciones. También se concentran en órganos del sistema inmunitario, como... ganglios linfáticos, el bazo, el timo, las amígdalas y la médula ósea.
Estas ubicaciones permiten que las células T se encuentren con otras células inmunes y respondan rápidamente a infecciones o células anormales.
Los cánceres que se originan en las células T se denominan linfomas de células T o leucemias de células T. Son menos comunes que los cánceres de células B, pero pueden presentarse en los ganglios linfáticos, la médula ósea, la sangre, la piel u otros tejidos.
Algunos ejemplos de cáncer de células T incluyen:
Micosis fungoide y síndrome de Sézary (tipos de linfoma de células T que afectan la piel).
Estos cánceres ocurren cuando las células T crecen sin control y forman acumulaciones anormales en los tejidos.
Bajo el microscopio, las células T aparecen como pequeñas células redondas con una capa oscura. núcleo y muy poco citoplasma, que parece un borde delgado alrededor del núcleo. Debido a que las células T y las células B se ven muy similares, los patólogos a menudo usan pruebas especiales como inmunohistoquímica or citometría de flujo Para distinguirlos. Estas pruebas detectan proteínas únicas en la superficie de las células T, como el CD3, un marcador presente en casi todas ellas.

Las células T pueden mencionarse en los informes de patología cuando patólogos examinar biopsias o muestras de sangre para detectar signos de infección, inflamación o cáncer. El informe puede indicar si los linfocitos T están aumentados, disminuidos o son anormales. Por ejemplo, un aumento de linfocitos T en la piel puede respaldar el diagnóstico de linfoma cutáneo de linfocitos T, mientras que un número equilibrado de linfocitos T puede indicar una respuesta inmunitaria normal.
¿Por qué se mencionaron las células T en mi informe de patología?
¿Las células T son normales o muestran signos de enfermedad?
¿Podrían estos hallazgos sugerir linfoma, leucemia u otra enfermedad inmunológica?
¿Se realizaron pruebas especiales para confirmar el tipo de células T presentes?
¿Cómo afectan estos hallazgos a mi tratamiento o atención de seguimiento?